martes, 23 de octubre de 2012

DIPUTADOS EN VENTA O SISTEMA EN CRISIS

SAN SALVADOR – La sociedad salvadoreña transpira moralina por cualquier poro. Desde el incómodo santurrón católico, pasando por el vocinglero de culto evangélico, hasta el típico laico que —sin un ejercicio serio y profundo de autocrítica— se cree poseedor de un saber situado más allá del bien y del mal, todos ellos se consideran modelos de una pulcra actitud moral ante la vida.

Hay generadores de opinión pública portadores de esa actitud. Pero en esta columna no pretendo reflexionar sobre tópicos de moral o ética, saberes superiores a la moralina de cajón. Sólo quiero advertir lo perjudicial que es para una sociedad la pervivencia de tanta moralina en la supuesta reflexión sobre temas de carácter sociopolítico.

El último escándalo en el Salón Azul: “Compra de diputados”. Y, en seguida, un rosario de improperios en contra de toda la clase política, sin excepciones. Es muy probable que la falta de madurez política que evidencian muchos salvadoreños se deba a que pretenden argumentar con el hígado, cuando el filósofo Platón, más de dos mil años atrás, enseñaba que ocuparse de los asuntos políticos era sinónimo de deliberación, es decir, de uso de razón.

Quienes se rasgan las vestiduras ante la supuesta compra de diputados, olvidan que la existencia de un comprador supone, al menos como principio formal, un vendedor. Por lo tanto, podemos lanzar la primera pregunta a aquellos diputados convertidos (o convertibles) en mercancía: ¿por qué no cedieron ante el comprador, por principios éticos, porque la plata era poca, o porque no era el comprador oportuno? Esto no se aclara en lo absoluto.

Otra pregunta, retórica si quieren: ¿el problema es la compra de diputados (lo cual es sólo un medio), o que los diputados voten en contra de su partido (lo que parece ser el fin de los compradores)? Peor aún: o el verdadero problema es que cambien de partido. La diputada Margarita Escobar ha dicho que lo grave de la cuestión es el “transfuguismo político”. Otras voces apuntan a que el trasfondo de la alharaca sería una crisis interna que vive el partido ARENA.

Que la pasión por las riquezas y el dinero está en franca oposición al interés por establecer un buen gobierno es algo que ya reconocía Aristóteles. Que los mercaderes vean la política como un medio más para trabajar en función de sus intereses privados no es el descubrimiento del siglo XXI. En lugar de incurrir en expresiones de hueca moral, debemos preguntarnos dónde está la verdadera raíz del problema.

Con moralina no vamos a resolver los problemas sociopolíticos, tampoco con reflexión crítica, pero entre aquella y ésta hay una distancia abismal. Quien practica la moralina suele ser un ingenuo; cree, equivocadamente, que los problemas se resolverán con valores, buenos principios o, peor aún, con buenos ejemplos.

Pareciera, en conclusión, que estoy a favor de políticos inmorales y antiéticos. De ninguna manera. Por un lado, exijo una discusión racional de altura. Por el otro, quiero que pensemos la verdadera raíz de los problemas sociopolíticos. La conducta de nuestros “honorables” representantes es una dimensión más de la vida política, pero quizá no sea la parte fundamental.

Los diputados no llegaron al Salón Azul mediante la fuerza de las armas, tampoco responden todos a un único señor, déspota y absoluto. Fueron elegidos. Hubo votación. Pareciera que esto se olvida.

El sistema democrático representativo es el que realmente está en crisis, en El Salvador y en otras partes del mundo, véase el caso de España. Miles de ciudadanos ya no se sienten representados por la clase política existente. El ensanchamiento de la sociedad mundial ha significado un profundo empobrecimiento de la figura del ciudadano como sujeto político.

Se nos ha hecho creer que sólo con votar ya somos sujetos políticos, cuando la emisión del sufragio es apenas una parte, cuantitativa más que cualitativa, de lo que significa administrar la cosa pública. Por su puesto, la modernidad política de corte liberal se planteó un serio problema: ¿cómo gobernar las numerosas poblaciones del mundo moderno, al mismo tiempo que salvaguardar los intereses individuales? De esa problemática surgió el modelo representativo que hoy está en crisis.

Con la mundialización del modo de producción capitalista, las principales élites económicas (mundiales, regionales y locales) coparon la esfera política y, en gran medida, la mayor parte de la población se convirtió en agente de consumo de las decisiones sociopolíticas emanadas desde arriba. Desde cualquier lado que se le mire, en el mundo de hoy predominan dos tipos de ciudadano: aquellos que realmente gozan del poder político para proponer o evitar, aprobar o rechazar, y ejecutar o detener un conjunto de políticas gubernamentales; y aquellos que simplemente nos convertimos en receptores o consumidores de tales decisiones políticas.

El camino de la verdadera transformación política no está en la predicación fácil de un tipo de moralina, sino en hacer una profunda revisión de los supuestos que sostienen al sistema democrático representativo. Las auténticas transformaciones requieren un cambio de raíz, es decir, radical.

JULIÁN GONZÁLEZ TORRES

Publicado en periódico digital salvadoreño ContraPunto:http://contrapunto.com.sv/columnistas/diputados-en-venta-o-sistema-en-crisis