... esta es la verdadera razón de la vida de un artista: la comprensión tanto como la creación.
Para ello no hay ninguna medida de tiempo; un año no cuenta, y diez años nada son. Ser artista es: no calcular y no contar; crecer como el árbol, que no apura sus savias y que está, confiado, entre las tormentas de primavera, sin la angustia de que no pueda llegar un verano más. Llega, sin embargo. Pero solamente llega para los que tienen paciencia y viven despreocupados y tranquilos como si ante ellos, se extendiera la eternidad. Lo aprendo día a día; lo aprendo también a través de sufrimientos, a los cuales estoy agradecido por ello: paciencia es todo.
Rainer María Rilke, Cartas a un joven poeta, Edicomunicación, Barcelona, 1999, p. 24.
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