QUIZÁ
Quizá me burle de mi muerte,
tal vez conserves ciertas voces,
como se atesora un recuerdo pequeño,
minúsculo,
pero colmado de eternidad.
Puedes encontrarme en las palabras,
signos inmortales,
enigmáticas huellas,
aves de salvación
cuando el abismo devora las entrañas.
Habitaré las que dijeron «gracias»,
«hasta pronto»
o «te quiero».
Sentirás mi fuerza cuando alguien declare
«te extraño», «te amo».
Descubrirás aquellas que guardó mi silencio,
cuando la verdad me pareció una miseria.
Tal vez mi muerte no exista,
quizá dormite en tu gesto
o me quede mirando en tu mirada,
sorbiendo el tiempo en la boca de tus manos.
Tal vez perviva en tus instantes,
como la brisa inesperada,
el recuerdo paciente.
Puedes hallarme en una lágrima,
en el verbo que maldice la infamia,
en el rostro de aquel niño conturbado, miserable.
Yo nací en el dolor, en la sangre que canta,
pero vas a encontrarme donde habite la gracia
donde crece la ira y se funde el amor,
allí donde la noche palpita más plena.
Quizá no haya muerte en las cosas que contemplo,
en las sendas que atravieso,
en el fuego de mi infancia,
en la esperanza emergida en los instantes.
Quizá te herede mis manos,
la inquietud de mi alma.
Y me hallaras nutrido en la nostalgia,
desbordado por el sol, la lluvia y el tiempo
desnudo,
con el rostro renacido en otra fuente,
con el verso y la flor,
mi voz y mi simiente.
Julián González
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