TE RECUERDO... NIÑO
Te recuerdo con el agua en tus hombros;
con el cántaro ciñendo tu prematura piel de hombre;
recogiendo la hojarasca con tus ojos de «mañana»;
jugando a vencer aquellos caminos empinados;
sintiendo la dureza de las piedras en tu andar de muchacho.
Te recuerdo con tus manos fecundando los suelos.
El inicio del afán, la raíz de la cosecha:
cuando desnudábamos el vientre de la tierra;
cuando el fuego consumía la “maleza” que venció tu padre;
cuando tus ojos brillaron
entre la negra ceniza que bañó tu cuerpo;
cuando saboreaste la eternidad, bajo el rancho,
devorando el alimento consagrado por tu madre.
Te recuerdo con la siesta en tus ojos,
fina herencia de aquellas horas paternales.
Te recuerdo en la escuela:
tus clases, tus tareas, tus peleas.
Derritiendo charamuscas con tu boca escolar.
En fila, con el olfato cuajado de carnes y arroces.
Aprendiendo entre el griterío infantil
las hileras de jocotes
y la hombría anunciada en cierto peleador.
Te recuerdo sin aliento,
jadeando entre minutos,
sosteniendo el corazón en un instante,
apurando el paso,
sosteniendo la mirada:
por el bus... la hora... el hogar... el temor...
Te recuerdo devolviéndote a tu casa:
contigo... con tus ojos... y tus pasos.
Julián González
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