Apuntes de Introducción a la Antropología Filosófica. Ciclo 01-2012.
LA CONCEPCIÓN DEL "HOMBRE" EN LA MODERNIDAD.
Una síntesis desde René Descartes (1596-1650).
1. El alumno no debe perder de vista que en este momento del curso estamos tratando de comprender, desde una perspectiva histórica, cómo el mundo occidental, desde los griegos a la llamada posmodernidad, ha conceptuado al ser humano. Evidentemente, se trata de un objetivo sumamente pretencioso; no obstante, es indispensable que en un curso de esta naturaleza tengamos un panorama de las concepciones en torno al ser humano que han predominado en occidente.
2. En ese sentido, en la clase recién pasada (lunes 7 de mayo de 2012) ustedes analizaban la "Cuarta Parte", del Discurso del Método, de René Descartes. Es muy probable que muchos de ustedes se preguntaran: ¿y a qué viene esto?, ¿cuál es el sentido de este texto?, ¿qué tiene que ver René Descartes con nuestra clase?, ¿qué lenguaje más extraño el de este escrito? En fin, las preguntas se pueden multiplicar hasta el infinito. Pero la pregunta fundamental es: ¿por qué Descartes? Vayamos, entonces, al asunto de la cuestión.
3. Por hoy, nuestro tema central es "La concepción del "hombre" en la Modernidad". Pues bien, entremos en materia. Época Moderna, Edad Moderna, Modernidad o Mundo Moderno son términos que ustedes encontrarán en cualquier libro de historia, política, sociología, economía, etc. Pero, ¿qué significa? En esencia, se considera que la Modernidad es una época histórica anclada sobre el principio de que el hombre mediante sus solas facultades podía "descifrar" y "conquistar" el mundo, la naturaleza, en fin, las cosas. Ahora bien, es muy probable que algunos de ustedes piensen: "pero el ser humano desde antiguo se ha visto en la necesidad de conocer y dominar la naturaleza". Ese pensamiento es verdadero sólo hasta cierto punto. En la Modernidad el sentido del "descifrar" y "conquistar" presentará un cambio radical. Tratemos de comprender estas ideas del descifrar y el conquistar, y luego vemos qué tiene que ver el pobre René Descartes con todo esto.
4. ¿Descifrar qué? Pues la naturaleza. El hombre moderno manifiesta una tremenda confianza en cuanto a conocer los secretos de la naturaleza; unos secretos que se traducirían en leyes o principios. Dirán algunos: ¿pero es que no había ciencia durante la Edad Media? En realidad, ciencia tal y como hoy la entendemos, no. La ciencia moderna, nuestra ciencia moderna, en buena medida es el fruto del trabajo de investigadores como Galileo Galilei (1564-1642) e Isaac Newton (1643-1727). Por supuesto, el mismo René Descartes tiene un lugar en ese "santuario", ya lo veremos. De manera que, como ya se habrán dado cuenta, el descifrar el mundo supone el empleo de una razón científica, ésta sería la indicada en la ardua tarea por hurgar y conocer cuáles son los principios fundamentales que constituyen al mundo. He aquí una novedad radical: ¡Tenemos ciencia! Esta es, pues, une elemento constitutivo de la Modernidad. Ahora bien: ¿solamente descifrar la naturaleza? ¿no habría algo más que descifrar? Pues una vez instaurado el principio de que la razón del hombre es el principal medio para conocer el mundo, a partir de allí surgirán nuevas disciplinas científicas, las cuales convertirían en objeto de estudio no los hechos de la naturaleza, sino las relaciones sociales y culturales, es decir, el gran campo social y cultural. Surgirán saberes como la Economía, la Antropología y la Sociología. Este impulso científico del mundo moderno tendría tremendas consecuencias para la humanidad, más adelante haremos algunas anotaciones al respecto. En definitiva, pues, no solamente se buscará descifrar "los misterios" de la naturaleza, sino también los principios o leyes que rigen el mundo humano. Y el principio fundamental detrás de todo es el concepto de razón, entendida como facultad humana que permite conocer y conquistar el mundo. Así, el hombre moderno estaba listo para la "conquista del mundo". Ciencia y técnica constituyeron dos factores poderosos. Luego vendría la instauración del modo de producción capitalista.
5. Pero, ¿no hay algo más? Por supuesto que sí. La ciencia, con toda y su enorme importancia, sólo fue un componente más de la Modernidad. Otro aspecto importante de la época es que el hombre, en forma paulatina, fue tomando distancia de Dios. La Modernidad significó un distanciamiento de Dios. Ahora bien, esto debe entenderse en su justa dimensión. En primer lugar, esa afirmación no significa que Dios haya dejado de ser una parte importante en la vida del hombre; tampoco significa que los hombres, como por arte de magia, de un día para otro se volvieron ateos. Immanuel Kant (1724-1804), figura indiscutible de la Filosofía Moderna, fue un gran creyente. Mientras que, por otro lado, la creencia en el derecho divino de los reyes no empezaría a resquebrajarse profundamente sino a partir de las revoluciones atlánticas (estadounidense, francesa y española). Entonces, ¿a qué nos referimos con Distanciamiento de Dios? En primer lugar, y retomando lo planteado en el apartado 4, significa que la creencia en el Dios cristiano no impide afirmar que el hombre tiene la llave (es decir, la razón científica) para conocer el mundo. Dios es y el mundo es por obra y gracia de Dios, pero esta afirmación no anula esta otra: el hombre puede y debe conocer los secretos del mundo. La ciencia moderna se declara enemiga no de Dios, sino de la ignorancia y la superstición. En segundo lugar, ese distanciamiento respecto de Dios tiene que ver con el hecho de que, en términos socio-culturales, diversas dimensiones de la vida humana, no sólo la científica, cobraron protagonismo y autonomía. Es decir, el hombre como ser pensante y actuante comienza a cobrar mayor protagonismo en la esfera científica, artística, política y filosófica. No es que no haya habido protagonismos durante la Edad Media; pero, si hemos de expresarlo en una terminología metafísica, entonces habría que decir que en la Modernidad el hombre le roba densidad metafísica a Dios, y el hombre, el yo autónomo y pensante, cobra una relevancia metafísica de la que no había gozado antes. Para entender mejor las ideas: si la Edad Media fue una época esencialmente teocéntrica; la Modernidad se caracterizó por su antropocentrismo, Dios siguió siendo un referente importante, pero el hombre cobró mayor protagonismo. En tercer lugar, ese distanciamiento de Dios en términos de investigación científica, producción artística y elaboración de pensamiento se vio compensado, podríamos decir, por la adopción de una creencia religiosa de corte más intimista, es decir, se arriba a un tipo de relación Individuo-Dios, de manera que más allá de esa relación, el mundo está disponible para ser conocido y conquistado. En este cambio de paradigma tuvo mucho que ver la Reforma luterana.
6. Finalmente, además de la ciencia y ese relativo distanciamiento humano de Dios, hay otro dato que fue de importancia radical para la Modernidad: la noción de Individuo y sus Derechos. Por supuesto, en esta visión tuvo mucho que ver la concepción cristiana de dignidad humana. Pero el asunto es que en la Modernidad el Individuo, como elemento medular de la vida social, cobró un rol de primera importancia. Luego de las revoluciones estadounidense (1776) y francesa (1789), la reivindicación del Individuo y sus Derechos fue un elemento crucial para la vida política moderna. A propósito del surgimiento del Constitucionalismo moderno, el estudioso Nicola Matteucci expresa lo siguiente:
"… el moderno constitucionalismo debe dar mayor consistencia cultural a sus argumentaciones si quiere triunfar, pero sobre todo debe asumir el nuevo individualismo y antropocentrismo, que rompe el vínculo orgánico que un tiempo constreñía el individuo a la comunidad en un orden trascendente. Se subraya la dignidad del hombre, con su visión terrenal de la vida y de los problemas que debe resolver usando las nuevas ciencias mundanas, con su orgullo y optimismo frente a un mundo listo para ser conquistado y capaz de instaurar el regnum hominis en la tierra. Por ello, en el plano constitucional se va fortaleciendo la defensa del individuo, único y solitario protagonista de la vida ética y económica frente al Estado y a la sociedad, en la medida en que éstos paralizan y obstaculizan su libertad; una defensa que culmina en las declaraciones de los derechos del hombre y del ciudadano". (Nicola Matteucci, Organización del poder y libertad. Historia del constitucionalismo moderno, Trotta, Madrid, 1998, p. 36).
7. En definitiva, pues, tenemos tres elementos: ciencia, un marcado antropocentrismo y la noción de individuo y sus derechos. Ahora bien: ¿se agota en estos elementos la Modernidad? Por supuesto que no. Se trata de la selección de sólo un par de ideas para que tengamos una idea de eso que hoy llamamos Modernidad. Pero: ¿qué tiene que ver Descartes en todo esto? Pareciera que nos hemos olvidado de Descartes, pero no es así, vayamos a la cuestión.
8. ¿Por qué nos interesa Descartes? En primer lugar, porque Descartes es claro y contundente al afirmar que el fundamento de la vida del hombre es la razón. En esencia, el hombre para Descartes es una cosa que piensa, una sustancia pensante, es la "res cogitans". Pero, cómo llega Descartes a esa constatación. En realidad, el autor parte de un principio metodológico: la duda. Es decir, pone en duda (1) lo que había aprendido con sus estudios; (2) lo que había asimilado por la tradición y las costumbres; (3) los conocimientos que se obtienen mediante la experiencia sensible; (4) en definitiva, duda de toda la realidad, es aquí donde se apoya en la existencia de los sueños: ¿acaso no cuando soñamos nos parece que estamos insertos en la "verdadera realidad? ¿Dónde está entonces el criterio que diferencia la realidad de la ilusión (del sueño)? Dice Descartes:
"Pero advertí luego que, queriendo yo pensar, de esta suerte, que todo es falso, era necesario que yo, que lo pensaba, fuese alguna cosa; y observando que esta verdad: "pienso, luego soy", era tan firme y segura que las más extravagantes suposiciones de los escépticos no son capaces de conmoverla, juzgué que podía recibirla, sin escrúpulo, como el primer principio de la filosofía que andaba buscando". (René Descartes, Discurso del método, Espasa-Calpe, Madrid, 1968, pp. 49-50).
En realidad, para Descartes, no sólo se trata del "primer principio de la filosofía...", sino el principio de toda la existencia humana, es decir, ese principio es a la vez metafísico, epistemológico y antropológico. Así enfatiza Descartes su pensamiento:
"Examiné después atentamente lo que yo era, y viendo que podía fingir que no tenía cuerpo alguno y que no había mundo ni lugar alguno en el que yo no me encontrase, pero que no podía fingir por ello que no fuese, sino al contrario por lo mismo que pensaba en dudar de la verdad de las otras cosas, se seguía muy cierta y evidentemente que yo era, mientras que, con sólo dejar de pensar, aunque todo lo demás que había imaginado fuese verdad, no tenía ya razón alguna para creer que yo era, conocí por ello que yo era una sustancia cuya esencia y naturaleza toda es pensar, y que no necesita, para ser, de lugar alguno, no depende de cosa alguna material; de suerte que este yo, es decir, el alma por el cual yo soy lo que soy, es enteramente distinta del cuerpo y hasta más fácil de conocer que éste, y, aunque el cuerpo no fuese, el alma no dejaría de ser cuanto es". (René Descartes, Discurso del método, p. 50).
Estamos, pues, ante un tipo de razón moderna desencarnada, que puede ser (es decir, tiene existencia) al margen de la corporalidad humana. Y esta es, justamente, la segunda razón por la que nos interesa Descartes. Descartes reivindica, nuevamente, la racionalidad del individuo como la esencia de lo humano, pero a costa de colocar lo corporal y los sentidos en un segundo plano.
En tercer lugar, Descartes es interesante porque en él, como filósofo moderno, podemos evidenciar el distanciamiento respecto de Dios del que hablabamos anteriormente. Pero, ¿qué significa el distanciamiento en Descartes? En realidad, el distanciamiento radica en que Descartes cree con firmeza que el hombre puede acceder a la verdad mediante su sóla facultad cognoscitiva. Ciertamente, Dios se hace presente en su pensamiento como el garante último de la realidad y la verdad. Dios se convierte en una especie de garantía, según la cual el hombre, dirigido por su propía razón, a la búsqueda de verdades claras y distintas, no puede equivocarse, porque Dios es Bueno, Bello y Verdadero. Como pueden ver, se ha operado un cambio sustancial respecto de San Agustín; para este último, el hombre no llega a la verdad si no es por la gracia de Dios, en el hombre no hay mérito alguno que reconocer, pues todo se lo ha dado Dios, por su infinita misericordia. En Descartes la situación es otra: el hombre es autónomo y por su propia capacidad racional puede conocer y conquistar el mundo, la realidad. Dios sólo queda como garantía de que el hombre, en efecto, dará con esa verdad.
En cuarto lugar, Descartes nos interesa en nuestro curso por la reivindicación que hace, a través de sus escritos, de la búsqueda individual del conocimiento de la verdad. En el planteamiento de su pensamiento Descartes siempre habla en términos de que es un individuo, es decir, él, quien busca denodadamente el principio radical de la filosofía. Nuevamente, advertirán aquí una diferencia sustancial respecto de San Agustín. Ciertamente, Agustín buscó la verdad antes de convertirse al cristianismo; pero una vez que conoció la verdad, por gracia de Dios, desechó toda su búsqueda individual, puesto que, desde el Cristianismo, el hombre nada es sino por Dios. Con Descartes, el panorama es distinto: es la reivindicación del individuo moderno como sujeto capaz de conocer y domeñar el mundo. Se habrán dado cuenta, entonces, por qué estudiamos a Descartes para captar el concepto de hombre que impregnó a la Modernidad.
9. Ahora bien: ¿Acaso no hubo otros filósofos? ¿Por que estudiar sólo a Descartes? Por supuesto que hubo otros filósofos; pero lo importante, es mi oponión, radica en saber comprender cuál fue el elemento antropológico que predominó en la Modernidad, para ello Descartes es una figura insustituible. Por supuesto, hubo expresiones criticas, tanto contemporáneas a Descartes, como posteriores a él. En cuanto a los más cercanos a su momento histórico, están John Locke (1632-1704) y David Hume (1711-1776). Por otro lado, no olvidemos que acá estamos insertos en una perspectiva histórica; luego pasaremos al abordaje temático, y algunas cosas que no hemos dicho a la fecha, saldrán en su momento. Por ahora, queda una pregunta: ¿Si durante la Modernidad predominó la imagen de ser humano popularizada por Descartes, qué imagen de ser humano irrumpiría durante la así llamada Posmodernidad? Con esto pasamos a la siguiente lección, para la cual deben leer el texto de Gianni Vattimo: "Posmoderno: ¿una sociedad transparente?". Hasta la próxima, entonces.
JULIÁN GONZÁLEZ TORRES.
Hola Julian y compañeros les dejo una reflexion sobre el "cogito ergo sum" espero sus criticas y sus opiniones para que "DUDEMOS" juntos
ResponderEliminarRicardo.
Es algo asi como, puedo dudar de Todo,pero no puedo dudar de que estoy dudando.y esto porque tanto mi pensamiento y mi existencia se dan al mismo tiempo.
puedo pesar que no existe DIOS, que no existe el mundo y en general que todas las cosas no existen, pero no puedo pensar,que yo que pienso todo esto,no existo al mismo tiempo que las estoy pensando
hola julian, aqui me he colado. es que necesito saber como piensa el moderno enemigo ;)
ResponderEliminarsalud
antonio
Hola Julián! Ya ví algunos errores de dedo en el texto. Te los muestro luego en clase.
ResponderEliminarCon respecto a la tesis que lanza Ricardo, a la luz de Descartes habría que ver que asevera la existencia de Dios situándola en una "certidumbre metafísica" como él mismo la llama. Y hace una diferenciación entre imaginación y ensueños, que aunque los podamos pensar, lo que hace la diferencia entre que una proposición sea falsa o verdadera, es el uso de la razón con la cual la analicemos. Descartes no dice que todo lo que pensamos sea verdad, pero el sólo hecho de pensar es prueba de que somos.
:)
Saludos!
Clara
Excelente blog Julián!. Si Descartes se murió de gripe, con seguridad se hubiera muerto de envidia al ver tan buenos planteamientos tuyos de él. :). No soy un gran fanático de Descartes, no me agrada su humanismo y su exaltación del ser humano por medio de la razón, ya que a veces, las razones humanas conducen a cosas realmente irracionales.
ResponderEliminarSaludos.
Sarbelio Jaime.
Muy interesante su blogs esta genial, solo que como no utilizo mucho la tecnología me costo entrarlo pero ya estoy en el asunto, me estoy esforzando al máximo por conocer y comprender a todos los grandes personajes filosóficos ya que conozco muy poco de ellos, me esta costando un triunfo esta materia, pero todo se puede cuando se quiere.
ResponderEliminarSaludos. Hna. Efigenia
Muchas gracias por sus aportes es mucho mas entendible de esta manera a mi en lo personal me esta ayudando muchísimo.
ResponderEliminarEstoy guardando los apuntes en una carpeta, ya que en el texto negó al leer me duelen los ojos.
Feliz noche. Att. H. Efi