jueves, 17 de diciembre de 2009

Fijo

Fijo, detenido en el instante. Con el rostro atento, la mirada espesa. Quiero decirte cuántas veces he errado, cuántas noches renací en el dolor acumulado. Decirte que en tu mano encuentro cierta paz y que Dios me parece un invento quizá inhumano. Y el silencio se aposenta en mis manos incansables. Tengo palabras que encontré en el vientre de mi madre; lágrimas que heredé del sol; sal que vertí en la milpa. En el dolor me hice humano. Y cuando descubrí una voz amiga, un rostro sincero, hermoso, entonces bebí desde las profundidades de la vida. La amistad me salvó del abismo. Tengo alegrías porque llevo heridas. Y la esperanza surgió de la amargura. También mi padre me obsequió la palabra, la palabra de Gustavo Adolfo Bécquer. En ciertas mañanas descubrí unos versos. Fue aquella infancia un horizonte plagado y terrible. Allí nació este hombre que te escribe. Allí están las raíces de estos verbos que conjugo.

Fijo, tenso en el instante, te heredo mi boca, mi dolor y mi silencio. Este amor desbocado e insumiso; esta noche profunda y esquiva.

Julián González

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