martes, 1 de septiembre de 2009

A veces

A VECES

A veces, cuando la vida retumba más plena,
henchida de magníficas ondas,
radiante en sus horas, sin cadenas,
extravío la certidumbre en mis certeras manos,
a tientas, conservo la sonrisa como hierba lejana
y respiro un aroma de noches y huesos,
como si mi piel nació de cementerios,
como si heredé voces de fieles y muertos;
harto, quiero asesinar la espesa ignorancia
y deshojar la miel de poetas.
Camino, dudo, conservo y hiero:
no hay ruta cuando bebo el instante
y fustigo el mañana con su sol pendenciero.
Aquí anidó una voz de luz y de cielo,
un arma de agua y de infierno.
Cabalgo, sostengo y deshielo:
arrojo la faz de mis solos huesos,
pero bebo la grama en mis pasos hendidos,
sondeo la tarde con mi deseo de muerte.
Perdonad, perdonadme:
no quiero esas voces nutridas de paja,
esos verbos deformes, como inútiles esqueletos,
esas gentes superfluas, esos nombres sin tiempo.
Perdonad, perdonadme:
el verso y la muerte me acuden,
con ella no soy,
con él quiero hacerme.

Julián González

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